Elsa de Rojas nos envía las
Palabras dichas en la misa por el mes de la partida de Francisco Bernardo Pulgar Vidal.
Gracias por compartirlas, Elsita. Las guardaremos en nuestro corazón.
Por Juan Sebastián, el menor de mis hijos
Un doce de marzo del año 1929, en Huánuco, nació mi padre, bajo el apelativo de Francisco Bernardo que luego fue ocupado por un cariñoso Paco. Al cumplir los doce años ya estudiaba con la Compañía de Jesús, con los Jesuitas del Colegio La Inmaculada en Lima, y al poco tiempo de estar en la capital, gracias a un violín que le regalo de su madre –la abuela Carmen–, empezó a ejercitarse en lo que fue la gran pasión de su vida: la música.
Si bien estudió la doctoral de literatura y se graduó de abogado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, optó por no traicionar su vocación y se dedicó al cultivo de las artes. Fue un valiente, pues sabía muy bien que ser músico no era el mejor camino para gozar de una vida cómoda, mucho menos si se trata de música clásica o académica, y con la agravante de residir en un país en el que muy pocos tienen acceso a este tipo de música. No obstante ello, puso en potencia todos aquellos dones que Dios apostó en él.
Siempre fue provocador, inconformista, de avanzada. Gustaba de las cosas nuevas, del rock, de la pintura moderna, estaba al día con los sucesos internacionales e incluso con las banalidades de la farándula. De verbo nutrido, ávido lector, generoso hasta el extremo, picardía a flor de piel y bonachón. Así era nuestro querido Paco.
Francisco fue un hombre humilde, sencillo y con una capacidad extraordinaria de ser feliz con poco o nada material. Y, a la vez, fue un hombre rico y muestra de ello es la extraordinaria herencia que nos deja: No son edificios, ni autos, ni acciones, ni piedras preciosas, nos deja un inmenso legado artístico, nos deja su amor por la vida y su alegría...
Alguna vez, cuando estudiaba Letras en San Marcos, quiso publicar un poemario de juventud con Carlos Germán Belli. Mi padre me contó que el no haberlo hecho fue una de las mejores decisiones de su vida. En realidad, creo que se equivocó, es una gran lástima que no lo haya hecho pues nos privó de su otra música “en verso”. También cultivó las artes plásticas y, si bien renegaba de su talento, felizmente más de un lienzo suyo se salvó de la autocrítica y cuelgan adornando preciados rincones.
Los que creen en Dios y sirven a Dios han nacido para resucitar. El maestro Francisco Pulgar Vidal, nación hace ochenta y dos años y el 17 de enero de 2012 pasó a la inmortalidad. Una inscripción sepulcral en el cementerio de Lurín menciona que yace en Lima, pero él yace en la eternidad y su legado yace en el mundo entero, allá donde la universalidad de su lenguaje musical peruano penetró fronteras insospechadas.
Hoy, hace un mes partiste a encontrarte con tu madre, quien seguramente te habrá abrazado diciéndote “negrito”, junto a tu papá, el abuelo Francisco, y tus hermanos Javier, Concho, Mayela, Rafael y Pedro. El tío Freddy te habrá estado esperando para jugar sapo y Edgar Valcárcel (“El Gato”, como le decías) te habrá recibido con una banda de Sicuris. Papá, el espacio vacío que dejas no podrá ser llenado, pero gracias por dejarnos el recuerdo de tu amor, tu alegría y tu pasión por la vida. Felizmente tu música nos acompañará por siempre...
Muchas gracias a todos por acompañarnos esta noche. Gracias papá.