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LA MÚSICA, EL ARTE Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CONCIENCIA
por Abraham Padilla Benavides, Compositor, Director de Orquesta, Musicólogo, Docente.
Transcripción de la conferencia: “La música, el arte y la transformación de la conciencia”
Realizada en el Museo de los vecinos, el 3 de marzo de 2012
PRESENTACIÓN
Muy buenos días, para mí es un placer estar aquí, gracias a la generosa invitación que me ha hecho mi amigo Arnaldo Molinari, a quien ustedes conocen muy bien, gestor y propulsor de este Museo de los Vecinos. Es una gran satisfacción constatar cómo esta obra artística, cómo el arte, puede llegar a la comunidad de tal manera que tengamos lo que hemos presenciado hace algunos instantes, una reunión de vecinos interactuando sobre sus problemas en conjunto.
Creo que una de las posibilidades que tiene el arte justamente es esa de congregar y hoy día voy a tratar de referirme a algunos aspectos, que comentábamos con Arnaldo, que tiene el arte, que pueden ser útiles para tener en cuenta, porque nuestra sociedad requiere arte. Es lo que yo creo. Creo que en eso estamos de acuerdo y voy a tratar de demostrar por qué.
Voy a hacerlo desde mi experiencia personal. Ustedes perdónenme que tome esto como referencia, pero creo que es la única forma en que honestamente podemos referirnos a las cosas. Voy a referirme a mi experiencia en el arte y particularmente en el arte de la música. El título tentativo que habíamos puesto con Arnaldo tiene que ver con el arte, la música y la transformación de la conciencia, o como dice en la pizarra, como eje de transformación.
A lo largo de estos minutos que vamos a compartir quisiera exponerles algunas ideas que espero les hagan reflexionar un poquito respecto a eso y tal vez los convenzan de algo de lo que yo estoy convencido desde hace mucho tiempo y es que, si lo podemos poner así, solo el arte salvará al mundo
LA EDUCACIÓN EN EL PERÚ Y EL ARTE
Hace unos días miraba unos datos de los indicadores de la calidad de nuestra educación, medidos por unas instancias internacionales. Algo de cierto podrán tener. El Perú tuvo hace algunos años el glorioso lugar número 27, de 27 países, en la calidad de su educación. Es decir, fue el último. En una medición posterior tuvo el lugar 43, de 43 países y en la más reciente medición internacional tuvo el lugar 65, de 67 países. O sea que ya no somos los últimos.
Pero mientras nos comparamos con más países, a nivel de educación, estamos más atrás. O sea que nuestro lugar 27 en realidad no era tal. Y esto lo traigo a colación porque, sin pretender dar pautas para nadie, simplemente hablar desde mi experiencia como docente también, quiero decir que la situación de nuestro país, aparentemente, como es cíclica, ha vuelto a estar en una economía boyante, después de muchos años. Todos nosotros recordamos las épocas grandes de crisis que hemos vivido y hace mucho tiempo que no teníamos esta supuesta bonanza económica, que, aunque no alcance a todos, de todas maneras existe en el país, en los niveles macroeconómicos.
Y sin embargo creo que nunca hemos tenido estos indicadores tan malos en educación. No se trata solamente, entonces, de preocuparse de la economía porque si no vamos a terminar todos siendo como monos. Monos con plata seguramente. Creo que dentro de la educación ocupa un lugar muy importante el arte y a eso voy a tratar de referirme.
EL ARTE COMO EJE DE TRASNFORMACIÓN
La posibilidad de que el arte transforme la conciencia, vamos a decirlo así, se inicia, creo, desde muy joven en el ser humano, mediante el descubrimiento de las posibilidades infinitas que genera la imaginación. Y la imaginación no solamente nos permite recrear un mundo infantil o un mundo sonoro, un mundo de visiones, películas, o un mundo literario. Nos permite finalmente también, como en esta ocasión probablemente, aportar soluciones creativas a nuestra sociedad. Y esa es una de las principales razones por las cuales el arte es necesario en la sociedad. Porque necesitamos personas creativas, seres creativos que aporten en su sociedad. No sólo gente con tarjeta de crédito, si no con creatividad.
Aunque no solamente creatividad. Necesitamos también personas que tengan una sensibilidad hacia el resto de la humanidad. Creo que en ese punto el arte puede colaborar mucho mostrándonos, en una situación segura, vale decir, en una obra de teatro o una obra de cine, en una composición musical o una obra literaria, mostrándonos digo, un mundo que tiene esta particularidad de indagar en lo más profundo del alma humana, desde el punto de vista de los sentimientos más sublimes, o los más violentos, los más tiernos o los más de cualquier otro tipo, sin que le pase nada malo a nadie.
Porque cuando nosotros vemos una escena conmovedora de sufrimiento en una película, y de repente un personaje se muere, en la realidad la persona que lo interpreta no ha muerto. Entonces es un lugar seguro, en el cual nosotros nos podemos exponer ante una serie de situaciones de la vida del Ser Humano que nos sensibilizan. Esto es muy evidente en cuanto al cine, porque es un lenguaje bastante cotidiano para nosotros, el audiovisual. Quizás no es igual de evidente, pero también funciona muy bien en la literatura. Algo menos evidente es en la música y un poco más adelante voy a tratar de explicar cómo opera esto. Pero en esencia lo hace de la misma manera.
En el fondo, lo que está haciendo cada una de estas obras de arte, como las que vemos acá, como las que compartimos en la literatura, en el cine, en la música, es que nos está proponiendo una forma de vernos a nosotros mismos. Nos está proponiendo la posibilidad de que, en la profundización que ha hecho el artista para llegar a estos cuadros, estas composiciones, estas obras literarias, en esa profundización del Ser Humano, nos reconozcamos. Nos reconozcamos como tales y por lo tanto nos hermanemos con los otros Seres Humanos en esta situación de pertenecer a la misma especie.
El arte, creo entonces, siempre está referido, aunque podamos nutrirnos de muchas otras cosas, al Ser Humano. Es una forma en la cual los creadores plasman su visión del mundo y, como es la visión de mundo personal de un Ser Humano, está nutrida de sus experiencias humanas. Esto es inevitable. Como dijimos, eso podría ser más evidente en la literatura. Ahora voy con la música.
LA MÚSICA EN TANTO ARTE
Imaginemos que tenemos una sensación de presión, por ejemplo, de que algo nos aplasta, de que se nos viene el mundo encima. Ahora, pensemos qué pasará si de repente escuchamos, en una sinfonía u otra obra musical, un sonido muy fuerte que “nos aplasta”. Aunque el compositor no haya pensado específicamente en una situación que lo aplastase, este manejo que hace del lenguaje, en el cual se viene una gran masa sonora que “nos cae” encima, nos pone como auditores a vivenciar esa situación.
Sentimos esa gran masa sonora que “viene”, por ejemplo, en unos timbales que “nos golpean”, y eso nos hace sentir en un momento esa sensación, tal vez de pequeñez ante la inmensidad de la vida, la inmensidad de Dios, del mundo, de nuestros problemas, dependiendo de cómo cada uno lo vea. O tal vez hay una parte de la música que nos lleva “hacia arriba”. Un crescendo. Nosotros tenemos esa misma sensación, cuando sentimos algún logro, cuando tenemos alguna situación feliz, que nos lleva hacia arriba el ánimo. O tal vez algo muy violento, de lo cual hemos sido testigos, también puede estar reflejado en alguna música con un ritmo muy intenso. Así es como nos conectamos con la música.
Lo que quiero decir con esto es que todos los sonidos que están puestos en la música, cuando hablamos de la música como arte, (porque no siempre es así, no siempre la música está pensada en ser un arte. A veces tiene una funcionalidad de otro tipo), pero cuando hablamos de la música como arte, nos está dando en realidad una radiografía del Ser Humano, con todas esas sensaciones que le pasan. Por eso nos identificamos. Una mejor música puede lograr, probablemente, que más personas se identifiquen porque está logrando captar más emociones, más sensaciones dentro de uno mismo, a través de la versión musical de ellas.
En ese sentido varias veces he planteado esta idea de que la música es una metáfora del Ser Humano, así como probablemente también lo es la poesía, también la pintura, el arte en general.
LA MENTE Y LA SENSIBILIDAD DEL AUDITOR
Pero particularmente para mí la música lo es así porque la música es energía. La música solo existe cuando suena y cuando suena es que nosotros la percibimos. Y solo cuando la percibimos es que realmente existe. Eso quiere decir que en la percepción de la música interviene fundamentalmente la conciencia del auditor, la mente del auditor, el espíritu del auditor. Así como que en general en el arte, quien la aprecia es quien crea la obra finalmente.
Nosotros podemos tener una música acá y si nadie la escucha da lo mismo. Cada persona que la escuche va a tener una sensación diferente, porque se está viendo reflejada, en alguna medida, en alguno de los aspectos emocionales, intelectuales, conceptuales que se han puesto allí y que han servido de base para la creación, en su momento, por el compositor, en la interpretación, por parte de los músicos y finalmente en la complementación que hace la misma persona, quien cruza toda esa información con su propia experiencia, con sus propias expectativas, con su propia historia y culmina, completa la creación.
Entonces la creación musical se realiza finalmente en el auditor, porque es quien le va a dar forma, quien le va a dar un sentido, un significado, que va a ser diferente para cada uno y que no importa cuál sea, porque eso es algo muy personal.
En ese sentido no importa mucho que las personas conozcan, por ejemplo, en qué estaba pensando el compositor a la hora de crear tal o cual obra. El compositor lo que estaba haciendo era imbuirse de su sensibilidad humana y a través de los sonidos tratar de expresar la gran complejidad que tiene el Ser Humano en sus emociones, en sus sensaciones, en sus sentimientos.
Nosotros nos agarramos de algunos de los aspectos de esa complejidad para identificarnos. Si nuestra percepción es más compleja, nuestra vivencia de ese arte, de esa obra musical va a ser más compleja, más rica, porque vamos a poder identificar probablemente que en esa pequeña variación de la tonalidad, del matiz, del timbre sonoro que está puesto en la música, hay una contradicción aparente con el tema principal que venía sonando. Digamos que ese tema principal que venía era alegre, pero estos juegos que está haciendo el compositor de repente son tristes, por decirlo de manera muy general. Si nosotros identificamos esa contradicción probablemente estemos identificando simplemente la complejidad humana.
Es decir, yo creo que en general no hay obras tan simples como para poder decir, esta es una obra alegre, esta es una obra triste, esta es una obra violenta. En general lo interesante del arte radica en que dentro de alguna impronta general de esa obra, hay una serie de contradicciones, hay una serie de complejidades que están operando, que justamente la hacen más rica y que permite que a más personas les genere algún tipo y grado de reacción.
LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
Algunas obras generan una reacción más emocional. La música trabaja eso especialmente en su componente armónico y en la interacción interna de todos sus elementos. Algunas otras obras nos hacen quedar pensándonos. El goce estético, (que es esta situación de abstraernos del tiempo presente e irnos a ese tiempo abstracto que nos genera el arte, que no es finalmente otro lugar que nuestra propia conciencia. – porque no vamos a ninguna otra parte, nos metemos en nuestra propia mente a través de esta obra artística-) ese hecho de tener la posibilidad de abstraernos de la realidad cotidiana y vivir en este mundo interior es otra de las características que creo que tiene el arte cuando está bien hecho.
Nos permite reflexionar, tener una introspección, pensar, vernos a nosotros mismos, darnos cuenta de alguna cosa que no habíamos visualizado y que la estamos visualizando en virtud de haber estado expuestos a este objeto artístico, llámese pintura, escultura, cine, literatura o música, incluso la arquitectura. Pero este hecho artístico que nos convoca tiene esa potencialidad mayor cuando el autor ha profundizado lo suficiente y ha puesto más cosas allí. Entonces, refiriéndonos un poco a la conciencia, quiero enfatizar que el arte se produce finalmente en la mente, en la conciencia de cada uno de los que lo observa.
EMPATÍA SOCIAL
Si nuestra sociedad tiene como problema la educación, tiene como problema a tratar también el arte. Creo que es pertinente porque nos posibilita que las personas tengan ese espacio de reflexión, de introspección, de imaginación, de sensibilización y de empatía con el resto, porque a la hora de nosotros leer o visualizar o escuchar una situación que nos hace sentir algo que no habíamos sentido y nos hace ponernos en el lugar del otro, por ejemplo, generamos empatía. Y creo que está fuera de toda discusión que la empatía es necesaria para vivir en comunidad. Y en comunidad vivimos así que es necesaria para nosotros.
Entonces, esta empatía es producto de la sensibilización que tenemos respecto de lo que le pasa a los demás. Lo que le pasa a los demás es en alguna medida parte de lo que nos pasa a nosotros mismos, es nuestro problema, porque si no lo es ahora, algún día lo va a ser. Y tal como nosotros hayamos reaccionado a estas situaciones, así es la sociedad que nos está formando, que nos está haciendo reaccionar de esa manera. Probablemente de la misma manera va a reaccionar ante nosotros.
Por ejemplo, el caso de los maltratos familiares. Refirámonos no solamente al maltrato de género, sino también a los que tienen que ver con la edad, a los niños, a los mayores. La sociedad en general tiende a maltratarnos bastante y nosotros lo permitimos probablemente porque, o no estamos sensibilizados lo suficiente ante que eso es un problema o porque no es nuestro problema, que también es en sí otro problema.
Creo que el arte nos puede dar esa posibilidad de mover un poco las conciencias, por la sensibilización que nos produce.
LA RELACIÓN NEUROBIOLÓGICA
La música también es un hecho físico y como hecho físico tiene también una característica científica. Es decir son vibraciones. Estas vibraciones nos van a llegar, así como nos llegan también las de la luz, auditivamente en el caso de la música y nos van a producir una serie de reacciones neurobiológicas. En esta posibilidad de contacto a nivel biológico de la música con el Ser Humano está una de sus grandes riquezas.
Ustedes probablemente hayan escuchado hablar del efecto Mozart. Dicen que la gente que escucha Mozart se hace más inteligente, o algo así.
No sé si será tan cierto dado que a Mozart ya no lo podemos escuchar pues murió en 1791. Lo que podemos escuchar son interpretaciones de otros seres humanos que hacen de la música de Mozart. Si alguno de estos seres humanos, que interpreta la música de Mozart, lo hace con una complejidad interior, cargada de toda esa profundización, probablemente haya enriquecido la música de Mozart y tengamos una vivencia espectacular. Pero también puede que no sea así. La música de Mozart entonces, no es sólo la música de Mozart. Es la Música de Mozart interpretada por alguien, que no es Mozart.
Pero a lo que se refiere eso es a que la música nos propone un modelo mental. Si bien es cierto, la forma en música no existe, porque la música pasa por nosotros en un instante, nosotros en el cerebro le damos forma. Le damos forma porque escuchamos un antes y un después, porque escuchamos un elemento que se repite y que lo podemos reconocer. Entonces decimos que tiene tal forma. No una forma de cuadrado ni de círculo sino una forma en el tiempo, una estructura.
Cuando un compositor como Mozart, por ejemplo, tiene un alto nivel, no solo intelectual, mental, sino también espiritual, nos propone una estructura muy compleja. Nos propone una estructura del Ser Humano finalmente. Nos propone una estructura del mundo. Y nos la propone así, libremente, sin mediar nada más que el propio lenguaje musical.
LA COMPLEJIDAD DE LA MÚSICA
Esa sutileza de la música es muy interesante porque al enfrentarnos a esa estructura, con nuestra única arma que es nuestra mente, con nuestros oídos, nuestras capacidades sensoriales, nos enfrenta a la posibilidad de que nuestro cerebro capte esa estructura. Es una estructura que sucede en el espacio, en el tiempo. Y si es una estructura mucho más compleja, entonces nos expone a una situación compleja. Nos obliga a tratar de interpretarla, tratar de entenderla. No a tratar de traducirla en otro lenguaje. No a tratar de ponerle un nombre como que “esta es una música triste” o una “música alegre”. No, a tratar de entenderla, de hacerla inteligible como seres humanos, de descifrarla en cuanto lenguaje musical, (que son sonidos, unos más fuertes, otros más suaves, otros más rápidos, unos más agudos otros más graves). Probablemente nos haga más inteligentes escuchar una música mucho más compleja, por el esfuerzo al cual está sometido nuestro cerebro, que si escuchamos una música mucho más básica o banal.
Por eso digo que no todas las músicas están pensadas en ser una obra de arte. Dentro de la música hay funcionalidades también. Está por ejemplo la música religiosa, que no necesariamente está buscando ser una obra de arte. Algunas sí lo son, otras no. Están buscando una conexión con el espíritu de otra naturaleza. Está la música para bailar, que no necesariamente está buscando ser una obra de arte. Tiene una finalidad concreta, ponernos a bailar. Está la música militar, que tiene otra funcionalidad. Y así hay diferentes funcionalidades de la música en la sociedad. Y también hay diferentes grados de complejidad.
Yo creo que podría ser que exista, no lo sé aún pero no se niega la posibilidad de que exista, un reageton que sea una obra de arte. Sin embargo, probablemente estamos mucho más cerca de una obra de arte cuando hablamos de Mozart. Pero, porqué? No porque sea Mozart, no porque fue europeo. Es porque hay una complejidad mucho mayor puesta allí. Si algún reagetonero es capaz de tener esa complejidad y ponerla en su música probablemente haga una obra de arte.
LO QUE CONSUMIMOS NOS FORMA
Esto nos lleva a un tema un poco más amplio que me interesa tratar y es que, si nos hacemos más inteligentes, entre comillas, o más sensibles, al exponernos a estas obras maestras, ¿qué pasará cuando nos exponemos a las otras? A las obras más básicas. ¿O cuando no nos exponemos nunca al arte? ¿O cuando solo vivimos de la televisión, o de la radio comercial, por ejemplo? ¿Qué nos pasará?
El cerebro también se expone a eso y también se acostumbra. Entonces, a mí me parece, y esto no podría comprobarlo con alguna teoría científica, simplemente es un pensamiento, que así como el Ser Humano puede hacerse más inteligente también puede hacerse más torpe.
Y eso depende de lo que consumamos. También podemos ser más duros, más insensibles, simplemente en función de lo que consumamos.
No me refiero al arte ahora, sino en general, a lo que consumamos, a lo que leamos todos los días, a lo que escuchemos, a lo que veamos y por supuesto a lo que hagamos. Entonces creo que el arte tiene esta posibilidad de transformar nuestro espíritu, nuestra conciencia porque, además de todas las cosas que he dicho, nos puede hacer, en teoría por supuesto, mejores personas, finalmente, tratando de encontrar las respuestas a estas constantes preguntas que se hace el Ser Humano por entenderse a sí mismo, por entender su relación con los demás, por entender qué hace acá en el mundo, tratando de entender lo que le pasa a los demás, empatizando con el resto, siendo sensible al dolor ajeno o a la alegría ajena. De esa manera creo que el arte puede generar mejores personas y por eso es fundamental que exista en la sociedad.
Porque para personas que no tienen nunca ninguna exposición al arte, y esto no es tampoco por supuesto una afirmación concluyente de mi parte, (pero si nos queda la duda) ¿cuál es el motivador que les hace preguntarse, sensibilizarse ante otras cosas, hechos, sensaciones que no han vivido? Seguramente hay otros además del arte pero creo que el arte ya tiene esa posibilidad y que no debemos desperdiciar esa oportunidad.
EL ARTE Y EL MUSEO DE LOS VECINOS
Por eso me parece genial que tengamos hoy día esta inauguración de una serie de actividades vivas acá en el Museo de los Vecinos.
Me voy a referir brevemente, si me permites Arnaldo, a lo que creo que pasa acá en el Museo de los Vecinos, o lo que puede pasar. No sé si pasa concretamente pero creo que la potencialidad de que pase ya es una gran cosa.
En primer lugar tenemos una serie de calles en nuestra ciudad que están, no vamos a decir “adornadas”, porque no es el término, (aunque alguna gente lo podrá pensar así), si no que están cubiertas de arte. Están siendo una vitrina para exponer una serie de obras originales, que tienen un contenido y que nos lo está presentando de una manera diferente. Es decir, no dentro de un museo cerrado al cual hay que ir. No es que uno vaya a buscar al arte sino que el arte ha venido a buscar a la gente. Y esa me parece una de las virtudes principales de este museo. Uno comienza a caminar por esta calle y se encuentra con obras de arte que nos salen al paso, que nos interpelan y que nos dicen: “mírame” o “no me mires”, o “¿qué te pasa cuando me miras?”.
Eso fuese así ya si solo hubiese una obra de arte, pero es que en realidad aquí hay toda una serie de calles, aquí hay toda una intervención urbana. Creo que es una intervención urbana muy especial. Urbano-social diría yo, porque en el proceso (he sido testigo de partes de este proceso), se ha ido generando una vecindad real.
Nuestra forma de vida ha hecho que ya no compartamos con los vecinos, no los conozcamos. Y eso tiene una serie de consecuencias, desde la inseguridad ciudadana de no saber quién está al lado hasta la falta de calidad de vida por no compartir. Y sin embargo este museo ha ido convocando la participación porque ha ido necesitando de la casa de cada uno de los participantes para poner allí una obra. Ha necesitado esa conversación, ese permiso, esa interacción, ese convencimiento de que vale la pena hacerlo. A estas alturas yo creo que podemos estar todos muy satisfechos de que todas estas cuadras están muy bien puestas y más aún, lo que empecé diciendo, ha generado una interacción productiva, como esta de hoy día.
Esas son las acciones que puede motivar el arte, las que usualmente están buscando los artistas. Porque el problema principal de los artistas, creo yo, es el Ser Humano. Aún cuando hagamos obras, como las hizo por ejemplo Johann Sebastian Bach, un gran músico alemán, pensando en su vocación religiosa, finalmente lo que está haciendo es poner esa vocación religiosa al servicio del Ser Humano. Y cuando el Ser Humano, entonces, está expuesto a algo hecho con tanta profundidad, repito, se sensibiliza y vuelve un poco a sus raíces, vamos a decirlo así.
EL ARTE NOS HACE MEJORES PERSONAS
Todo esto que estoy diciendo no es tampoco un pensamiento esotérico. Yo no quiero llevar por ese lado la reflexión que estoy haciendo ahora. Algunas personas cuando se enteraron que íbamos a hacer esta conversación me imagino que pensaron que tendría que ver con algo así. Pero no. Yo creo que tiene que ver con que, en lo cotidiano, en lo que nosotros podemos hacer todos los días, podemos transformar nuestra conciencia, transformar nuestro espíritu y repito, una de las herramientas más eficaces para eso es el arte, cualquiera que sea la forma que tenga.
En cuanto a la música, que es mi especialidad, puedo decir que, además, el hecho de hacer la música, de participar haciendo música, interpretando música, tiene una serie de beneficios adicionales.
Por ejemplo en un coro. En un coro lo que nosotros debemos hacer es ponernos al servicio del todo, porque cada uno de nosotros es una pieza importante de un todo, que es lo que pasa en una orquesta también. En un coro nosotros no vamos a destacar porque vayamos a hacer un “solo” donde nadie nos lo ha pedido. Claro, si el compositor pide que se haga un solo, alguien lo tendrá que hacer, pero si estamos en una parte coral, en el coro, lo que estamos haciendo es sumar todas nuestras energías para tener una energía común, una sola.
LA COMPLEJA ENERGÍA MUSICAL Y SUS APORTES POTENCIALES
Una energía que está cargada de la complejidad de la música, ya lo hemos dicho, del arte, de las contradicciones, pero es una energía. Es decir, no son energías individuales, separadas de cada una de las personas, sino es una sola energía. Entonces eso implica que el que está participando en un coro se pone al servicio de ese bien superior, que es la energía común de todos. Se pone al servicio también de una serie de factores humanos que tienen que ver con la interacción, porque no es posible generar una buena energía en la interacción con un compañero del costado si es que yo no estoy proponiendo una buena energía.
Nos obliga, de alguna manera, a regular nuestra neurosis y trabajarla en función del resto para más bien potenciar lo positivo que tiene nuestra personalidad. Si esto lo hacemos con los niños, imagínense la calidad de seres humanos que podemos tener. Niños que saben que trabajando con esfuerzo, después de un tiempo van a tener un producto hermoso. Niños que saben que su capricho no es el que se va a imponer, porque tienen que esperar que cante el del costado para después entrar y luego callarse para que entren los demás, etc. Niños que saben que tienen que organizarse para ponerse todos en fila, tener disciplina.
Pero no solo los niños. Coros hay de todas las edades y en todas estas instancias tenemos que tener las mismas condiciones. Claro, no es que siempre suceda así de por sí. Eso depende directamente de quién está liderando el grupo. Pero el hecho de que esa potencialidad exista, de que, por participar en un coro vamos a ser un poco mejores personas, por la empatía que nos genera, por las otras cosas que hemos dicho, entonces ya hace que valga la pena participar de un conjunto musical. Sea un conjunto instrumental o vocal.
Hay una cosa más aún interesante, que tiene que ver, cuando uno interpreta música, con la posibilidad de la expresión personal. No todos tenemos las mismas habilidades y no todos tenemos porque tener la máxima habilidad, por ejemplo a la hora de hablar, a la hora de expresar nuestros sentimientos, nuestras emociones. Y eso muchas veces hace que algunas personas se queden, nos quedemos, en algunas circunstancias, con esas emociones internamente y no las re circulemos, no las aireemos, no las ventilemos, no nos liberemos de ellas. Al interpretar un instrumento, al cantar, al danzar, al pintar, al escribir, según nuestro talento, nos ponemos en la circunstancia de tener que indagar lo que tenemos dentro y expresarlo. Algunos de manera más consciente, otros de manera más natural o inconsciente, pero se está expresando cada uno.
Si bien es cierto un coro, un conjunto, una orquesta, es una situación donde hay una energía superior a la cual hay que someterse, digámoslo así, no es menos cierto que cada uno está aportando su propia energía. La única posibilidad de que esa interpretación sea buena es que efectivamente cada uno aporte su energía. Porque es una suma de energías la que estamos teniendo.
Aprovecho de saludar a Ademir Herbozo, saxofonista que ha tocado acá en este museo también antes, en una de las inauguraciones interpretando una obra mía, que ayer tuvo un concierto como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional y creo que me entenderá lo que estoy diciendo con un énfasis especial.
ENERGÍA INDIVIDUAL Y ENERGÍA COMUNITARIA
La energía que nosotros ponemos es directamente proporcional a lo que suena. Es decir, si yo soy un flautista y voy a soplar, de cómo yo sople va a depender el sonido. Esto no es una cosa mecánica. Para los que no son músicos esto hay que decirlo. Cuando uno toca un instrumento no es que uno toque una tecla y suene sola. No es que uno aprete una llave en un instrumento y suene nomás. Hay que ponerle una energía. Y esa energía es siempre específica en monto y oportunidad. Esa energía, que es nuestra energía vital, nuestra respiración, nuestro movimiento, se va a transformar en energía sonora. Y se va a unir a la energía de los demás. Y va a llegar en conjunto ante el público. Por eso nos llega una energía compleja, cargada de muchos matices, con muchos instrumentos, cuando es una orquesta, cada uno haciendo algo diferente o superponiéndose, reforzando sus propias cualidades o contradiciéndolas. Esa energía en común no quiere decir que no exista la energía individual, todo lo contrario, quiere decir que producto de esa energía individual es que nosotros podemos hacer comunidad.
Muchas veces el grupo, el conjunto, nos hace invisibilizarnos y tratar, vamos a decirlo así, de pasar desapercibidos, porque creemos que el conjunto tiene su propia energía que va caminando sola. En realidad no es así. Si camina hacia adelante es porque alguien lo está moviendo. Entonces, si no participamos activamente de esta energía comunitaria, estamos retrasándola. Estamos estancándola.
Por supuesto que esto tiene que tener una dirección, tiene que ir hacia alguna parte. No puede ir caóticamente en todas las direcciones. Por eso se necesitan los liderazgos.
EL ARTE EN LA VIDA DIARIA
Se dice que en el arte es difícil a veces hablar de temas tan concretos como lo que nos pasa en la vida diaria. Vamos a decir que es difícil encontrar la relación directa. Yo la relación que más directamente encuentro es la que dije hace un rato: es la posibilidad de la imaginación, la posibilidad de la creatividad, la posibilidad del momento de introspección, de la reflexión, la posibilidad de la sensibilización, la posibilidad de la empatía. Y todas esas cosas sí me parecen cotidianas y necesarias en la cotidianeidad.
Con un grupo de personas estamos trabajando en la posibilidad de hacer un programa musical, cultural, a lo largo del año en una escuela de ingeniería y esto es totalmente pertinente porque necesitamos que nuestros profesionales, que nuestros estudiantes, que las personas en general, sean sensibles, sean creativas. Que no repitan las cosas por manual.
Leía estos días una nota sobre Einstein que decía que es más fácil creer que pensar, por eso hay más creyentes que pensadores. Creo que no se refería especialmente, aunque alguno de ustedes haya podido interpretarlo así, a la religión. Creo que se refería a que es más fácil creer en verdades que ya están puestas que pensar nuevamente en cual es el problema.
A veces creemos que las cosas que ya están son así y punto, y no las cuestionamos. El arte es bastante revolucionario y hasta subversivo, y esa no es una mala palabra, porque nos hace pensar de una forma diferente. Y eso quiere decir que algún orden puede cambiar. En eso es lo subversivo. Y está bien, sino nada hubiera cambiado, estaríamos todos solo comiendo cocos de los árboles como hace tiempo. Ha cambiado la humanidad por algo. Porque hay gente que se pone a pensar en las cosas.
Por eso es importante, creo yo, que tengamos comunidades de pensadores, de gente que piense. No solamente gente que crea las cosas tal cual, que crea que todo ya está listo y que con eso se hicieron ya todas las cosas, y así amoldarse.
Traía a colación este pensamiento de Einstein porque, ustedes saben que Einstein tocaba violín, la universidad de Harvard tiene un estudio que hace poco publicó en una revista especializada, respecto a las partes del cerebro que se activan cuando uno hace música. Es más o menos un conocimiento común ahora, que los dos hemisferios del cerebro se dedican a cosas diferentes. Uno a la parte más científica, matemática, concreta y la otra más al lado de la imaginación. La parte frontal a las emociones. Más o menos tenemos ese conocimiento.
Resulta que una de las pocas actividades en las cuales se desarrollan todas las áreas del cerebro y que sucede simultáneamente, al mismo tiempo, es la música. Porque la música tiene un ritmo, que es una situación matemática, tiene una organización del tiempo interna, que es proporcional a sí misma. O sea, establece su propio sistema matemático y ante sí misma se cuestiona y se plantea una serie de estructuras. Esa es una parte bastante científica. Y la parte mecánica para quien la está interpretando, tiene que ver con que tiene que respirar, tiene que soplar, tiene que apretar tal tecla, tiene que mover la mano de tal manera, en el momento preciso, con tal cantidad de energía, etc. Pero tiene que tener de todas maneras también, porque sino a la música le faltaría algo, esta conciencia del Ser Humano, y esta compenetración con la sensibilidad humana, porque la música tiene que expresar algo, es un lenguaje. No es algo mecánico. Es un lenguaje. ¿Qué es lo que va a expresar?
Algo tiene que expresar. No es algo traducible en lenguaje literario, no creamos eso. No es que yo escuche una música y yo diga: “Ah! se refiere a tal cosa”. No se refiere a tal cosa. Son sonidos nomás. Es un sonido que tiene en sí mismo, como dije ya, contradicciones y matices, y que nos hace reaccionar neurobiológicamente. En esa interacción es que nosotros generamos nuestra propia imagen de lo que podría ser eso que escuchamos. En ese esfuerzo probablemente el cerebro se hace más inteligente. Tal vez.
Pero lo que importa, entonces, es que el Ser Humano se hace más sensible, nuevamente por esta razón. Y la música tiene esa posibilidad. Probablemente las otras artes también. Pero en el momento que se está haciendo música, están activas todas las regiones del cerebro. Yo creo que lo mismo debe pasar cuando uno pinta, y probablemente también cuando uno escribe literatura.
No puedo dejar de tener, en todo caso, una conexión más directa con la música porque soy músico y porque siento que las vibraciones que va produciendo el sonido, es decir, el producto de lo que uno va haciendo, también va interactuando con lo que uno allí mismo está haciendo, lo va retroalimentando.
Esta posibilidad de desarrollar todo el cerebro desde el punto de vista espacial, matemático, sensible, espiritual, etc., del arte en general, no solo de la música, es una de las razones por las cuales vale la pena que el arte esté en la sociedad permanentemente. Porque, una vez más, digo, somos lo que consumimos. Nuestro alimento determina lo que somos y de nuestro alimento intelectual, espiritual, del modo cómo alimentemos nuestra conciencia, también va a depender lo que somos.
Y bueno, para ir cerrando un poco estos temas, yo quisiera referirme a algunos puntos un poco sueltos.
EXPRESIVIDAD Y CATARSIS
El arte puede ser también muy catárquico. No todos los que estamos expuestos al arte tenemos que ser artistas. Es decir, no tenemos que dedicar nuestra vida a eso. Hay un grupo de personas profesionales que se han dedicado a eso, que están generando esas cosas para que la generalidad de las personas, que no tienen porqué dedicarse a eso como una profesión, porque tienen su vida en otras cosas, tengan esa posibilidad de contactarse con todo lo dicho. Por eso hay obras de teatro, hay conciertos y hay exposiciones.
Dentro de lo que uno puede hacer en el arte, si uno va a un curso de danza, por ejemplo, si va a un coro, hay una cosa muy catártica, que tiene que ver con lo que decía hace un rato, de expresar las propias emociones. Cuando no expresamos las emociones adecuadamente y cuando no se canalizan adecuadamente entonces salen violentamente, salen inadecuadamente. Y eso afecta nuestras relaciones personales, afecta nuestra convivencia, afecta nuestras relaciones con la sociedad. Una razón más por la cual creo que el arte es necesario en la sociedad.
Es decir, vuelvo un poco a como empecé estos pensamientos en voz alta, y es que creo que solo el arte salvará al mundo, por decirlo así. No directamente. No porque cuando uno venda una obra de arte, esa plata va a ir a comprar nada, no. Porque si no tenemos ese contacto con algo similar al arte (y sin embargo el arte ya existe y es lo más completo en ese sentido), no tenemos las herramientas suficientes para ser todas estas cosas. Para ser más sensibles, para ser más empáticos, para una serie de cosas profundas y positivas.
Eso no quiere decir que no pueda haber personas que, sin estar expuestas al arte, sean sensibles, pero es curioso, probablemente las personas más sensibles que conozcamos, tengan también algún tipo de sensibilidad al arte. Que les gusta la música, que les gusta leer, que les gusta mirar cuadros, fotografías, qué se yo. Ese tipo de relación creo que estadísticamente debe ser muy alta.
LA RESPONSABILIDAD DE LA FAMILIA
Nuestra educación no solamente sucede en los colegios, sino también dentro de nuestras casas. Está en lo cotidiano con nosotros mismos, con nuestros compañeros de trabajo, etc. Y creo que tenemos una responsabilidad cuando tomamos conciencia de que el arte es liberador, de que el arte busca armonizar nuestro mundo, cuando tenemos conciencia de que hay una energía superior que se está movilizando, que, hay que decirla con su nombre, es una energía de amor (no puede ser otra cosa), cuando tenemos conciencia de eso no podemos regresar atrás y volver a no ser conscientes de eso.
Lo que he tratado de hacer con estas palabras es, de alguna manera, motivar algunos pensamientos para desatar un poco algunos condicionamientos que nosotros tenemos como pensamientos respecto a las cosas, porque los condicionamientos nos hacen actuar de tal o cual manera. En todo caso creo que es más positivo tener condicionamientos más certeros, que nos hagan pensar más adecuada y positivamente.
Nuestro hábitos nos llevan a acciones repetidas y muchos de esos hábitos se incorporan como forma de ser al Ser Humano y muchas veces no los cuestionamos sino hasta que nos enfrentamos con nosotros mismos y nos damos cuenta, o alguien nos dice: “sabes que, lo estás haciendo así, mírate”. Es a veces algún amigo, a veces será la sociedad que te hace mirarte así, otras veces será el arte, que nos hace mirarnos a nosotros mismos y nos hace darnos cuenta que algunos de nuestros hábitos, que las cosas que estamos haciendo, no están siendo canalizadas correctamente.
LA BUSQUEDA DE MAESTROS
Dentro del arte hay una serie de cosas que a los artistas nos pasan y una de ellas, quiero mencionarla porque me parece fundamental, es la búsqueda de maestros. Los artistas siempre hemos, en nuestra formación, buscado maestros, que nos orienten, no solamente en lo técnico de nuestro arte, sino fundamentalmente, creo yo, uno reconoce un maestro cuando ve otras cosas. Las cosas humanas.
Yo particularmente he tenido varios maestros, los primeros, mis padres y de allí para adelante también otros maestros respecto a las cosas técnicas y actitudes sobre el arte en la vida. Y eso, aun cuando es así casi siempre para todos los artistas, creo que no es una mala forma de entender la vida, buscar maestros en la vida. No estamos en una época en la cual tengamos un pensamiento más o menos claro respecto a muchas cosas porque no tenemos maestros. Porque nuestra sociedad nos ha llevado a una serie de automatismos.
El maestro no tiene necesariamente que ser una persona muy mayor que nos esté dando una clase como si fuera un gurú. Creo que el maestro simplemente puede ser una persona de cualquier edad, menor que nosotros incluso, que nos muestra algo diferente. Todos los días aprendemos, creo, algo de todos y en todo caso, cuando nos enfrentamos a este aprendizaje cotidiano, somos un poquito mejores.
Quisiera terminar estas reflexiones dejando ese pensamiento. Creo que es necesario buscar maestros en la vida. Tener siempre, maestros que nos van a decir en nuestra cara cuando las cosas están mal, cuando las cosas podemos mejorarlas, cuando podemos cambiarlas.
NUESTRA RESPONSABILIDAD EN EL ARTE
La música, el arte y la transformación de la conciencia era el título que le habíamos puesto a este intercambio de pensamientos y quiero cerrar diciendo esto: El arte tiene la posibilidad de hacernos mejores personas, pero la responsabilidad de hacernos mejores personas está en nosotros. No está en el arte ni está en los maestros. Y si con el trabajo que hacemos los artistas en alguna medida contribuimos a eso, (bueno, finalmente no lo sabemos a ciencia cierta, nos queda la esperanza de que así sea) habremos realizado en algo nuestros ideales.
Todas estas reflexiones son tal vez para justificar el hecho de que yo me dedico al arte, porque estamos en un ambiente artístico en este museo. Pero en realidad lo digo con mucha humildad. Creo que es la aspiración de todos el tratar de contribuir a una sociedad más justa, más humana, con mejores personas, motivándolo desde la interpelación que genera una obra de arte hacia el resto, porque es en cada uno en quien pueden surgir estas ganas de ser mejor persona y de contribuir activamente con su energía a la energía común de nuestra sociedad.
Bueno, son algunas reflexiones que tenía para ustedes esta mañana. Espero que para alguno de ustedes haya sido interesante alguna de ellas y por favor perdonen si he tenido algún desorden o digresiones, pero, como dije al comienzo, solo les puedo hablar desde mi experiencia y de lo que esa experiencia me ha motivado también a reflexionar.
Muchas gracias a todos.
NOTA: Los subtítulos fueron añadidos posteriormente para clarificar y pautear la lectura del texto.
El Museo de los Vecinos está conformado por varias calles que confluyen alrededor de la intersección de la calle Domingo Orué y la avenida Petit Thouars, en el distrito de Miraflores, Lima, Perú. El museo expone en la calle, colgadas de las casas o en estructuras especiales, obras del artista plástico argentino, radicado en el Perú, Arnaldo Molinari, quien lo dirige y gestiona. Se ha hecho una intervención también que incluye plantas y árboles. Con esta conferencia se dio inicio a una serie de actividades culturales con la presencia de los vecinos de la zona y de público general. Antes de la conferencia hubo una reunión entre los vecinos para coordinar acciones conjuntas en beneficio de su barrio. Esa instancia no existía antes de esta iniciativa artístico-urbana-social.