Marco Antonio Mazzini by Facebook
Les comparto una experiencia reciente a la espera de poder intercambiar opiniones o situaciones similares que estoy seguro les ha tocado vivir.
He recibido a un nuevo alumno de clarinete que viene del interior del país. Recién ha cumplido una semana en Lima y está decidido a mejorar con el clarinete (ha dejado todo por venir a estudiar conmigo, ¡que responsabilidad siento con él!). A sus 18 años,autodidacta, su experiencia musical está construida por la bandas musicales locales, a las cuales se ha dedicado mucho en los dos últimos años.
Para su primera clase conmigo le pedí que llevara cualquier material impreso que tuviera, para poder escucharlo tocar con algo que le sea familiar. Llevó el método Magnani. Le pedí que tocara un ejercicio que está en Si menor, que son puras semicorcheas y muchos arpegios.
Para mi sorpresa, mi nuevo alumno lo tocó con un sonido bastante parejo, con un pulso envidiable, con gran seguridad, ¡y todo una octava arriba! La cultura de banda del cual provenía este decidido clarinetista lo obligó a estudiar el método una octava superior de lo escrito, llegando a notas como Do# sin problema alguno.
¿Porqué será que en las escuelas de música o conservatorios aún les tenemos miedo a estas notas agudas? Aquí tenemos a un joven - que las circunstancias quisieron que nunca reciba clases formales de clarinete con un profesor - que no tiene miedo de tocar al frente de su primer maestro, en un contexto universitario, con un método exigente y de la única manera que sabe hacerlo: agudo y con el mejor sonido que su oído le ha enseñado.
Estoy ya curioso por escucharlo en su segunda clase, luego que trabajáramos en la primera reunión aspectos de cómo mejorar el sonido y algunas correcciones en la posición del cuerpo. A este joven le puede faltar aquello que llamamos técnica, pero lo que le sobra es determinación, motivación para mejorar y humildad.